Sin lugar a dudas es una casa para relajarse y poder desconectar de nuestra vida diaria. Me encanta la tranquilidad que se respira, las fantásticas e impresionantes vistas al mar y a todo el valle de la Orotava, todo ello desde una de las terrazas mientras se saborea un fantástico café y veo el atardecer. Otro momento especial es cuando, tras cenar y saborear un vino cosechado en las mismas tierras que ve por la ventana, se sienta en el cómodo sofá y, si la noche lo permite, puede encender la chimenea para sentir su calor y su olor. Por la mañana y antes de salir a visitar ésta increíble isla, podrá coger frutas de nuestros arboles frutales y reponer fuerzas.