Seis días con el lujo de tener ese amplísimo horizonte de la costa de Fisterra ahí cerquita, las gaviotas, las olas, el trajín de los barcos, los cambios de color del mar...La cocina y el dormitorio principal de este piso tienen unas vistas realmente buenas, excepcionales: aún con las puertas cerradas, el mar está dentro.
El piso estaba limpísimo y no falta nada importante. La propietaria y su familia están siempre dispuestos a ayudar y a facilitar las cosas con amabilidad y discreción. Nosotros hemos olvidado una chaqueta y nos la envían por correo!
Por la noche no hay más ruido que el del mar. Pasean los perrillos de la vecindad, pasan parejas o familias paseando, pero el lugar es tan bonito y tranquilo que el tono de las voces nunca sube. Se oyen los saludos de los conocidos, es un ambiente familiar del que a uno le gustaría formar parte.
Es muy fácil hacer la compra. Hay supermercados pequeños muy cerca, buenas panaderías, quiosco de prensa, y también a poca distancia en coche supermercados o hipermercados de cadenas conocidas.
La gente ha sido siempre cordial, bastante abierta pero sin exageraciones, yo diría trato natural. Tenemos perro y hemos tenido la agradable impresión de que hay muchos amantes de los animales en Fisterra. Hemos conocido a bastantes perrillos y a sus dueños, no turistas, sino gente del pueblo que compartía con nosotros su apego a la "gente perruna."
Nos aficionamos a ir a uno de los cafés-bar-restaurante que tienen terraza mirando al puerto: "Rombos". Allí encontramos la misma cordialidad y buen servicio.En tres días, ya éramos clientes a los que se reconoce y saluda.
Como íbamos con Finn, el perro, no podíamos ir a las playas digamos urbanas. Pero encontramos la playa del Mar de Fora, donde el baño está prohibido pero se puede pasear, disfrutar del mar, jugar con el perro, observar los "bichitos" en las rocas, etc. casi en soledad y con un horizonte bellísimo también.
En resumen, Fisterra nos ha gustado mucho y este piso es un lugar ideal para disfrutar del pueblo y del mar.