Era exactamente lo que necesitábamos para celebrar un 50 cumpleaños en una familia numerosa con 3 perros. Para empezar, la atención recibida fué siempre exquisita. La comunicación con Marta, la propietaria, inmejorable. Al no estar la casa ocupada el dia anterior y posterior a nuestra estancia, nos dejaron hacer check in y check out a las horas deseadas lo cual permitió prolongar nuestra estancia varias horas. La casa no sólo fué perfecta para nuestro propóposito, si no mejor de lo esperado. En una familia con miembros de todas las edades y necesidades, todos encontramos la habitación perfecta y el lugar de reposo o entretenimiento adecuado. Prácticamente todas las habitaciones dobles son suite, lo que agiliza mucho el tema baños además de proporcionar intimidad. Y la distribución de las habitaciones es magnífica: pudimos meter a los más pequeños juntos en la habitación de 5 camitas compartida (con 2 baños y una ducha disponible para ellos), a los medianos en las habitaciones twins y triples, repartidas entre la planta baja y primera, donde hay zona de lectura y ocio, con una diana y un futbolín!, y los adultos en las suites del segundo piso. Todas las habitaciones son de piedra restauradas con una mezcla de elegancia y funcionalidad, consevando la esencia de la masia. Todas con bonitas vistas a los verdes campos de alrededor desde las que sólo se escuchaba el mugido de las vacas!
Pero de lo que más disfrutamos fué de las zonas comunes. El salón-comedor-cocina a 2 niveles, hizo que pudieramos compartir en todo momento las tareas y el espacio, al no quedar los que cocinan (por ejemplo) aislados de los que esperan, ponen la mesa o descansan. La enorme mesa de madera fué ideal para que una familia como la nuestra, pudiese sentarse junta sin las acostumbradas estrecheces. Y los sofás en forma de U, perfectos y cómodos para las siestas, las charlas, las pelis o los ratos de descanso observando a través del ventanal, como los pequeños jugaban fuera. Otro éxito fué la barbacoa. Otra enorme mesa fuera bajo un porcho para garantizar el disfrute independientemente del clima. Y cómo no, la piscina y el jacuzzi cubierto, que junto a la ducha cerrada de madera, baño en el jardín y tumbonas más otra zona de relax, lo convierten en una especie de spa al aire libre!
La casa no está aislada, tiene vecinos a los que ni vimos ni escuchamos y por supuesto, intentamos no molestar.
Gracias Casa Rovira por hacer de esta celebración algo inolvidable. Volveremos.