"El pueblo de Piloñeta, asomado a Peñamayor y con sus casas pintadas de colores singulares y diversos, llena de azules, malvas, blancos, granates, naranjas y ocres las pupilas de quienes lo contemplan. Luego, ya abajo, por fin el sonido del agua llama al viajero y lo conduce hasta la senda. El espectáculo de tantos verdes acompasados al cantar del agua, en un bosque de arces, fresnos y avellanos, estremece, pero aún más cuando, en medio de la senda, las ruinas de un gran molino detiene nuestros pasos y, mostrándonos una gran piedra de moler, nos reprocha su olvido y nos recuerda su pasado. Aquí, camino ya del alto de la Cipresta y muy cerca de Campanal, desde donde se baja al punto de partida, Grátila, se entiende que la primera artesana del mundo es la Naturaleza".
Véase:
minuto 30 hasta 43)